Sería genial que me
hubieran enseñado de pequeña que si cambio mis pensamientos cambio mis
emociones, si cambio mis emociones estas cambian mi actitud, y si cambio
mi actitud puedo cambiar mi vida. Lo he aprendido de mayor, pero nunca
es tarde para empezar a aplicarlo.
¿Quieres cambiar tu vida?
Muchos de nosotros seguimos caminos ya trazados por otros, las mismas
costumbres, las mismas ideas, lo tradicional, lo correcto, lo seguro…
Pero admiramos a las personas que se salen de lo normal, de lo
tradicional y se arriesgan a hacer algo diferente, original, de otra
manera.
Personas normales con actitudes especiales consiguen cosas increíbles.
No tienen nada que tú y yo no tengamos, quizá más valor, más creatividad o la certeza de que sus pensamientos crean sus vidas.
Se atrevieron a cambiar su manera de pensar y de ver el mundo y a ellos
mismos. Seguramente no son más inteligentes que tú y que yo, quizá sí
más valientes. Tal vez no será fácil cambiar los pensamientos para cumplir mis sueños,
para vivir la vida que uno quiere. Pero la constancia y darme cuenta, será la clave.
Nuestras acciones son la manifestación práctica de nuestros
pensamientos, por eso es tan importante “observar” nuestros
pensamientos.

Ahora toca cambiar esos pensamientos y pasar al “¿Y si…?”, o por lo
menos ver la posibilidad de conseguir, de alcanzar, de hacer o de
cambiar lo que tú quieras. Si no lo pruebas nunca lo sabrás.
Al elegir pensar de otra manera te sentirás diferente y eso te hará
actuar de otra manera con lo que conseguirás algo distinto. Es como
cuando te atreves a cambiar una receta introduciendo un ingrediente
nuevo o sustituyendo alguno, consiguiendo así un plato genial. Seguro
que más de una receta de restaurantes de tres estrellas Michelín son
producto de un ¿Y si…? Muchos descubrimientos y avances son producto de
probar o atreverse a hacer algo de manera diferente.